Sí. La mayoría de los fumadores utilizan el tabaco
regularmente porque están adictos a la nicotina. La adicción se caracteriza por
la búsqueda y el consumo compulsivo de la droga, a pesar de las consecuencias
negativas para la salud. Está bien documentado que la mayoría de los fumadores
consideran el uso del tabaco un hábito dañino y expresan el deseo de reducir o
descontinuar su uso. Cada año casi 35 millones de fumadores tratan de romper el
hábito, pero desgraciadamente, más del 85 por ciento de los que tratan de dejar
el hábito sin ayuda recaen, la mayoría en una semana.
Las investigaciones han demostrado que la nicotina aumenta
los niveles de dopamina en los circuitos de gratificación. Esta reacción es
similar a la que se ve con otras drogas de abuso y se cree que es la causa de
las sensaciones placenteras que sienten muchos fumadores. Para muchos de los
consumidores de tabaco, los cambios a largo plazo en el cerebro inducidos por
la exposición crónica a la nicotina resultan en la adicción a la misma.
Las propiedades farmacocinéticas de la nicotina también
aumentan el potencial para su abuso. Cuando se fuma un cigarrillo, hay una
distribución rápida de la nicotina al cerebro, llegando la nicotina a su nivel
máximo en los primeros 10 segundos de haber sido inhalada. Sin embargo, los
efectos agudos de la nicotina se disipan rápidamente en conjunto con las
sensaciones de gratificación asociadas, lo que hace que el fumador continúe
dosificándose repetidamente a lo largo del día para mantener los efectos
placenteros de la droga y evitar el síndrome de abstinencia.
Entre los síntomas del síndrome de abstinencia de la
nicotina se encuentran la irritabilidad, los deseos vehementes por la droga
(“cravings”), un déficit cognitivo y de atención, las perturbaciones en el
sueño y el aumento del apetito. Estos síntomas pueden comenzar a las pocas
horas después de haber fumado el último cigarrillo, haciendo que las personas
vuelvan a fumar. Los síntomas llegan a su punto máximo en los primeros días
después de haber dejado el cigarrillo y se pueden aplacar en unas pocas
semanas. Sin embargo, para algunas personas los síntomas pueden durar meses.
Mientras que el síndrome de abstinencia está relacionado con
los efectos farmacológicos de la nicotina, muchos factores conductuales también
pueden afectar la severidad de los síntomas de abstinencia. Para algunas
personas, el hecho de sentir, oler o mirar un cigarrillo, así como el rito de
obtener, manipular, encender y fumar el cigarrillo, están asociados con los
efectos placenteros de fumar y pueden empeorar los síntomas del síndrome de
abstinencia o exacerbar los deseos por fumar. Aunque las terapias de reemplazo
de la nicotina como el chicle o goma de mascar, los parches o los inhaladores,
pueden aliviar los aspectos farmacológicos del síndrome de abstinencia, a
menudo los deseos por el cigarrillo perduran. Mientras tanto, las terapias
conductuales ayudan a los fumadores a identificar los factores ambientales que
inducen el deseo poderoso (“cravings”) por el cigarrillo de manera que puedan
emplear estrategias para prevenir o mitigar los deseos.
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